domingo, 20 de septiembre de 2009

Rosa... Mi rosa de Colima

Las rosas cuando amanecen cubiertas de rocío
se parecen al rostro húmedo de una mujer enamorada
De naturaleza a veces engañosa ese aspecto frágil y hermoso,
posee al tiempo que belleza, un capacidad inherente de olvido,
sus colores me recuerdan al desierto florido
sus formas ondulantes, a las aguas frescas de estío.
Actualmente compelida por la estética
deviene metamorfoseada
en un intento desesperado por perpetuar su belleza.
Nacida para morir nos deja en herencia y custodia su aroma,
toda vez que lo capturamos en el aire
hacemos trascender su existencia,
por eso una rosa es una rosa
Vivir por alcanzar su aroma
justifica sangrar en manos de sus puñales filosos
que sinuosamente vierten la sangre ardiente del que agoniza
descendiendo lento a través de los montículos de su tallo
encuentras la paz de la agonía,
el sentido de la muerte
en el vértigo del descenso
con los brazos abiertos a la caída,
los ojos dulcemente cerrados a la vida
porque de algún modo sabe que
sólo muere para nacer de nuevo
Florecerá una mañana luminosa en los jardines de Colima
y esconderá entre sus pétalos el recuerdo de un amor forastero.
Sus espinas se levantan como dagas enceguecidas
llevando impresas la pasión y la herida.
Nace para celebrar el amor y la vida,
muere para sellar el secreto de dos que aman a escondidas.

1 comentario:

M B dijo...

Realmente maravilloso